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El Espíritu de la Navidad

Solsticio de Diciembre

Estas historias coinciden con un hecho astronómico: la energía positiva que penetra por el Polo Norte y se desplaza hacia todos los confines del planeta.


Navidad es una palabra derivada de Natividad (del latín Nativitas, que significa nacimiento). No fue casual que la tradición cristiana la eligiera para conmemorar la llegada al mundo de Jesús de Nazaret, un ser capaz de elevar espiritualmente a muchas personas.


En estos tiempos que corren, ya comenzada la era de Acuario, la Navidad tiene otras connotaciones y también refiere a nuestro nacimiento individual, interno. Es un llamado a nacer en otros planos (emocional, mental, espiritual...) y a evolucionar hacia estadios superiores latentes en nuestro potencial interior: el bien, la alegría, la verdad, el trabajo fructífero, el perdón, la fraternidad...


Esta expansión de la energía, en muchas culturas se ha relacionado con los solsticios, particularmente con el de diciembre. Si esta relación ha sido olvidada, o relegada a un lejano segundo plano (en relación con el nacimiento de Jesús), ha sido por efecto de la evangelización llevada a cabo por las iglesias cristianas, empeñadas en imponer el olvido de los dioses paganos.


"La existencia de los solsticios está provocada por la inclinación axial del eje de la Tierra. En los solsticios la longitud del día y la altura del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año" (cf. Wikipedia).


El solsticio de diciembre se inicia a las 12 del día 22 y culmina en la medianoche del día 24. Durante este lapso, el Sol aparenta detener su movimiento -de ahí la palabra solsticio (sol estático)-, para luego el día 25 volver a levantarse (renacer).


La Tierra no gira alrededor del Sol en forma circular sino elíptica. Por tal razón, en las regiones terrestres más alejadas del Sol la intensidad de luz y temperatura son mínimas (al comenzar el invierno), y máximas (al comenzar el verano). En el hemisferio boreal, cuna de las tradiciones occidentales antes referidas, tanto paganas como cristianas, desde el 22 al 25 de diciembre el Sol aparece con su máxima declinación al Sur, con apariencia estática, para luego recomenzar su viaje hacia el Norte, trayendo luz y calor.


De ahí vienen las celebraciones del 21 y 25 de diciembre (Espíritu de la Navidad y Nacimiento de Jesús respectivamente). Jesús entendido como portador de luz y calor para la Humanidad. Ambas celebraciones son de carácter solar.


Durante los días 21, 22, 23 y 24 de diciembre, el eje de la Tierra apunta desde el Polo Norte hacia la Vía Láctea (centro de nuestra galaxia), lo cual no sucede durante el solsticio de junio. Este centro galáctico es el lugar de máxima concentración de estrellas y de energía cósmica positiva, la cual penetra en nuestro planeta en sentido opuesto (Norte-Sur) y luego irradia todo el poder de su electromagnetismo a toda la superficie de nuestra Madre Tierra, produciendo de esta manera el mayor efecto benéfico que tanto ella como sus habitantes recibimos durante todo el año.

“El Espíritu de la Navidad es una emanación de Amor que se vierte sobre la Tierra como una Lluvia Dorada de hermosas partículas de Luz, que contienen todas las Cualidades Perfectas de los Ángeles, Maestros Ascendidos y demás Seres Divinos.


Cada partícula es como una Estrella de nueve puntas, y toda la atmósfera interior de la Tierra y los cuerpos de toda la gente son envueltos de esta emanación. Su poder se va incrementando hasta la víspera de Navidad, cuando Su potente Presencia es casi palpablemente sentida incluso por las mentes más superficiales y menos refinadas.


A esa efusión de todos los Seres Celestiales, se suma una tremenda Radiación desde los Retiros Etéricos y Santuarios del Mundo, bajo la protección y guía directa de los Maestros y Chelas conscientes.


Durante la época de Navidad, la atmósfera de la Tierra está literalmente llena de “polvo de estrella", sustancia que la gente inspira inconscientemente, pero que produce en sus cuerpos internos una sensación de Bienestar, Paz y Felicidad, que atribuyen al Espíritu de la Navidad”



http://comunidadconsciencia.ning.com/profiles/blog/show?id=6536266:BlogPost:154811&xgs=1&xg_source=msg_share_post

El Espíritu de la Navidad posee diferentes nombres y orígenes, todos válidos: Santa Claus, San Nicolás, Papá Noel, Maestra Natividad... Más allá de cómo se denomine, lo que importa es la energía que irradia.

Desde tiempos lejanos, se han escuchado historias sobre Papá Noel, un señor bueno y generoso que vive en el Polo Norte y viaja en trineo por el mundo entero, llevando regalos para todos los niños por igual.

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